Asamblea conmemorativa del 30º aniversario de Famiglie per l’accoglienza, en Milán (Italia) a cargo de Julián Carrón.
El pasado 19 de Mayo fuimos invitados a participar en los actos de celebración del 30º aniversario de la asociación italiana Famiglie per l’accoglienza con la que mantenemos una estrecha amistad. Varios miembros de nuestra Junta Directiva viajamos a Milán. En el Teatro Dal Verme se reunieron centenares de familias acogedoras provenientes no sólo de toda Italia sino también de varios lugares de Europa (desde España a Lituania pasando por Suiza) y de América Latina (Brasil, Argentina…).
Marco Mazzi, presidente de la asociación, comenzó el encuentro dirigiendo unas palabras a toda la asociación:
«Queridos amigos, el 18 de mayo de 1982 se constituía en Milán la asociación Famiglie per l’accoglienza. Cada uno de nosotros sabe cómo la aventura de gratuidad, de amistad, de actividad, iniciadas aquel día ha incidido en su familia. Cada uno sabe cómo eso ha contribuido a la realización de su propia humanidad, de su vocación familiar y de su familia. Es impresionante pensar que la Gracia que se nos ha concedido en tantos testigos, tantas historias, tantas personas acogidas, ha pasado a través de nuestra fragilidad personal y como compañía. También debemos agradecer esto, porque la evidencia de nuestro límite, al acoger y al hacernos compañía en la acogida, ha mantenido viva la humildad y la petición al Único que puede cumplir todo el bien. (…) Ayudémonos a amar la forma concreta de esta historia hoy: las personas acogidas, los amigos, las iniciativas y los responsables, también cuando son diferentes de como quisiéramos y también cuando estamos cansados. La unidad es un don inmenso. (…) Cada uno es un bien precioso, cada uno puede, si quiere, hacer su contribución; nuestra historia está hecha del «sí»de todos (…).»
Al encuentro fue invitado Julián Carrón que se encargó de guiar una asamblea de testimonios de diferentes formas de acogida bajo el título «Nacidos de la gratuidad». Carrón acompañó con gran lealtad los testimonios y las preguntas de las familias acogedoras que se sucedían en el estrado. Mantuvo con todos una conversación en la que no dejó pasar ni un detalle de las acogidas que allí se narraban para acompañarnos a hacer un camino de acogida hasta el fondo, sin dejar fuera ningún aspecto de nuestra humanidad, sin dar nada por supuesto, ni censurar nada, mirando toda la realidad a la cara. Adelantamos tan sólo unos apuntes de esta conversación dado que a comienzos del curso que viene saldrá publicado íntegramente el encuentro:
«Simona: ¿Cómo se puede transmitir y difundir la experiencia que hemos hecho? JC: ¿Cómo ha sido en ti? te acordabas de la sonrisa de los que te acogieron, a través de su sonrisa se ha transmitido toda la experiencia. Contenido y método coinciden. No te han explicado primero lo que son y después te han sonreído. En su hacer te lo han comunicado. Y tú lo comunicas. Toda tu vida se transmite en el modo en que tú afrontas la realidad de cada día.»
«Rosi: Como responsable de la asociación tengo la tentación de responder las preguntas de la gente siempre con un quehacer nuestro, y sin embargo la asociación no ha nacido para sustituir su camino y sus preguntas sino para sostener el desafío de la vida. Pero esto implica un trabajo, como atender mi profesión o mi casa, tengo que hacer también este trabajo y me cansa hacer el camino con aquellos con los que lo tengo que hacer. Corro el riesgo de ser autosuficiente en lugar de pertenecer. JC: Sed leales con vosotros mismos. Se impone en la experiencia que uno no puede vivir diciendo esto me basta.Y entonces uno empieza a estar frente al otro no como algo de lo que defenderse sino como un bien. Para percibirlo como un bien no hay que convencerse de ello, sino partir dela experiencia de que cualquier cosa que hacemos no basta para colmar nuestro deseo. Entonces podemos vivir la pertenencia y la responsabilidad con la conciencia de que estamos en casa, tenemos una casa a la que pertenecer.»
«Luca: Mi hijo me espetó: prueba tú a ser adoptado ¿por qué me ha sucedido a mí? Yo comprendo que esta herida jamás podrá ser explicada o cerrada, sólo puede ser continuamente abrazada. ¿Qué significa ser leales ante esta herida? JC: no reducirla; significa que nos demos cuenta de que en el fondo no hay diferencia entre él y yo: él tiene el mismo problema que yo, acoger que la vida nos es dada, dejarme abrazar por otro. La verdadera lucha, el drama de la vida es que cada uno de nosotros debe responder cada instante a esta pregunta y puede plantearse sólo dos alternativas: la autosuficiencia o ser abrazados. Si aprendemos de nuestra experiencia podemos entrar adecuadamente en la relación con los hijos. En mi experiencia se revela cuál es mi dificultad y la suya. Puedes decirle que no tienes la herida del abandono, pero tienes el mismo drama en la vida que él. Es importante que ayudéis a los hijos a dar este paso porque si no todo su sufrimiento lo achacarán a su abandono y no es cierto. El drama de la vida no lo puede resolver ningún técnico; es el drama que cada uno de nosotros, por el hecho de ser hombre, tenemos. Y también es la cosa más bella de la existencia: poder decir sí, a mi mujer, a mi hijo, a mi padre. Ahora puedo decir sí al Misterio de la vida. Reducir el drama a la herida del abandono es hacer un mundo que sofoca, donde no hay posibilidad de decir (incluso llorando, lleno de incapacidad, suplicando) yo te quiero, yo quisiera quererte bien. ¡La cuestión es introducir a nuestros hijos en este Misterio!»
«Fabio: pensábamos que antes de acoger teníamos que ser padres, sin embargo acoger ha nacido de la gratuidad por todo lo recibido. JC: Esta es la gran cuestión de la vida: o partimos de un agradecimiento o partimos del intento por llenar una necesidad que tenemos. Y nada hay suficientemente grande para llenar el corazón del hombre. Tantas veces la acogida es el intento de llenar un hueco; y el hijo qyue llega no lo llena, como no lo llena el marido, ni los hijos biológicos, porque así es la naturaleza de nuestra exigencia. Sólo si hacemos esta experiencia podemos relacionarnos con todos no porque nos falte nada sino por el deseo de compartir con todos aquello que hemos recibido. Podemos partir de lo que nos falta o podemos partir de una plenitud. Vivid la vida a partir de esta plenitud, porque si no buscaremos en las relaciones un provecho y no por mala voluntad, sino porque no podemos frenar el deseo, es inútil. Cuando uno roza una experiencia de gratuidad así, de que no nos falta nada, sin tentación de poder, no puede ser que no tenga ganas de que suceda siempre, no por coherencia, ni por voluntarismo, sino para no perdérselo.»
«Irene: cuando una de mis gemelas nació con una grave lesión cerebral pensé ¿es que el Señor se ha distraído un momento o bien quiere indicarnos algo? Este es el desafío cotidiano. Tener a Elisa es reconocer todos los días una presencia excepcional, es la herida abierta que todos miran, siempre nos pone de manifiesto nuestra incapacidad para responder a su existencia. ¿Qué permite estar ante el dolor? JC: Cuanto más dramática es la situación, cuanto más grave el dolor, o más grande la herida de los hijos, más vemos nuestra incapacidad para responder. Sólo esto permite introducirnos en el hecho de que el Misterio ha querido implicarse hasta el fondo con nosotros para compartir nuestro sufrimiento. Su compañía no puede ser sustituida ni por una asociación, ni por amigos, ni por expertos. Estamos tocando el fondo último de la existencia humana. Esto te lleva a la oración, a la amistad con el Señor, porque no sabemos por qué permite el dolor, pero nos ayuda a reconocer que estamos acompañados por Él. Debemos acompañarnos a este nivel, porque si no nos encontramos llevando pesos con los que no podemos. Si el Señor lo permite sirve para hacerte consciente del deseo de verdad que somos y de que Él está, que no estamos solos con nuestro dolor. El problema es si volvemos a decir sí al Tú que tenemos delante. Afirmarnos a nosotros mismos o afirmar a Otro. Esta es la tarea de la vida. Aquí crece nuestra responsabilidad personal. Podemos hacer muchas cosas, pero cuando uno se aleja del origen comienza a perderse.”
Virginia Pérez de la Fuente.