Publicamos el testimonio de una joven acogida en una familia cuando tenía 14 años y estaba embarazada de seis meses.
Me presento. Soy Dayhanni, tengo 19 años y soy madre de una niña de 4 años que se llama Sheila.
Después de 3 años viviendo en España, reagrupada por mi padre, en el 2007 volví a mi país, República Dominicana, con mi madre y mis hermanos. Como ya tenía la residencia legal en España, ese año mi familia había decidido que estudiase en Santo Domingo. Era noviembre cuando mi madre me empezó a encontrar rara y vio que mi cuerpo estaba cambiando. Yo también me sentía rara. Un día mi madre me preguntó “¿no estarás embarazada?” y yo le respondí que no. Aun así mi madre no se fiaba. Me llevaron al médico, me hicieron una ecografía y me dijeron que estaba embarazada de dos meses. Pensé “¡madre mía, qué voy hacer ahora!”. Yo tenía solo 14 años.
La noticia cayó como un jarro de agua fría en mi familia. Mi madre se puso a llorar pensando que no quería eso para mí. Yo tenía miedo del momento en que se enterara mi padre puesto que tenía miedo de que me matara. Todo el mundo a mi alrededor estaba impactado. Ante esta noticia, había que tomar decisiones.
La primera estaba clara: seguir con el embarazo. Segunda decisión: quedarme en mi país o volver a España, donde había estado los tres años anteriores. Mi padre llamó a la familia del chico. Él al principio negó todo pero luego mis padres decidieron que volviera a España para vivir en la casa del chico. Cuando llegué a Madrid, como yo no quería vivir en la casa de este chico, mi padre me acompañó al CEPI hispano-dominicano para que me ayudaran. Allí me propusieron ir a Familias para la Acogida para conocerlo. Tuve una entrevista con Belén, Virginia, mi padre, la psicóloga del CEPI, María, y yo. Me gustó la idea de poder vivir en una familia de acogida en vez de un centro. Quedamos pendiente de que se ofreciera una familia para acogerme.
Durante ese mes fui conociendo a María. Me acompañaba al curso de preparación al parto, a los médicos, comíamos juntas… me cuidaba. Se preocupaba por cómo me sentía y cómo estaba.
Un día vino Belén al CEPI para comunicarme a mí y a mi padre, que María y su marido Rafa, iban a ser mi familia de acogida.
Empecé a vivir con ellos a partir de mayo del 2008, yo ya estaba de seis meses de embarazo.
Los meses pasaron y llegó la hora de dar a luz. María me acompañó en el parto y Rafa estaba afuera esperando noticias. Sheila nació el 21 de agosto del 2008 a las 23:45 horas. Fue la experiencia más bonita que he tenido.
Sheila fue creciendo y yo seguía estudiando. Con mucho esfuerzo conseguí sacarme la secundaria. Comencé a estudiar un grado medio de administración que me gustó mucho y tuve mis primeras prácticas laborales.
El año pasado fue un año de fuertes emociones, porque vino a vivir mi madre a España, por la muerte de los abuelos de María, el fallecimiento repentino de mi primo y el nacimiento de un nuevo primito del que María será la madrina. Me sorprende enormemente la relación que se ha podido dar entre mi familia biológica y de acogida.
Después de un año despistada preparando la prueba de acceso al grado superior y de darme cuenta que había perdido el tiempo, pensé darme otra oportunidad. Este año, de nuevo, estoy estudiando la prueba de acceso, ilusionada preparando las tres asignaturas en una academia.
Para mí fue un bien ser acogida puesto que han cambiado muchas cosas en mi vida. Ahora tengo dos padres y dos madres, eso es un privilegio y los quiero mucho. Nació Sheila mi hija, que es lo mejor que me ha pasado en mi vida, a pesar de que fue una decisión difícil para mí. También poder seguir con mis estudios, a lo que mis padres de acogida me han ayudado mucho.Por otra parte, esto también ha sido un bien en mi relación con mi madre y con mi padre, que antes no era del todo buena y ahora ha mejorado mucho.
Por la experiencia que yo he vivido me he dado cuenta de la importancia que tiene que existan familias que sean capaces de acoger niños que no pueden estar con sus familias biológicas para cuidar de ellos y ayudarles a crecer.