La Acogida es un bien para todos. Encuentro público FpA 11Noviembre2016

El viernes 11 de noviembre tendrá lugar el primer encuentro público de Familias para la Acogida del curso 2016/2017 bajo el título «La Acogida es un bien para todos». El contenido sobre el que versarán los encuentros públicos está en el PDF al final de este artículo.
Comenzará a las 20:45 con un momento de cantos, seguido de los testimonios de una familia acogedora y un joven que ha vivido en acogimiento residencial. A continuación podremos disfrutar de un pequeño coctel en la que compartiremos lo que llevemos.
Lugar: C/ Suecia 92, 28.022 Madrid.

¡Qué misterio este del hombre! ,pues mientras hoy, comenzado el siglo XXI, vivimos inmersos en una mentalidad que exalta la capacidad de autonomía, la tendencia de darnos a nosotros mismos la consistencia de nuestra vida, animados constantemente a no necesitar de nadie más que de nosotros mismos para salir adelante, ante esta prometeica imagen que se nos vende por doquier, la experiencia del acogimiento, nos da una valiosa lección de realismo, permitiéndonos reconocer con facilidad la gran falsedad de esta hipótesis: el acogimiento (familiar) no sólo habla de lo que define al niño en situación vulnerable, sino que ilustra lo que es la naturaleza de cualquier hombre: si no nos sabemos queridos, estimados por alguien ¿ qué sentido tiene nuestra vida? El acogimiento permite reconocer con facilidad que “pertenecer” a alguien es una necesidad fundamental de cualquier hombre. Hoy es muy común hablar de la libertad como “ausencia de vínculos”, se nos instruye en la idea de que es más libre el que menos necesita de otros, que la dependencia hace que seamos menos “nosotros mismos”. Pero a poco que nos asomemos al ámbito de la psicología de los menores salta a la vista que este presupuesto no sirve: el niño que no puede “depender”, descansar en la relación con alguien que le da seguridad, no crece adecuadamente, no es capaz de establecer relaciones confiadas con otros, es inseguro e infeliz. Que somos ontológicamente dependientes es una verdad.
La necesidad es algo que tienen en común todos los hombres, es una experiencia muy concreta para todos. No hay ninguna persona que no viva una situación de necesidad. Es una condición humana que hace que todos los hombres seamos iguales.
La necesidad es una carencia de algo material (comer) o espiritual (afecto). Esta condición de “necesitados” es estructural al hombre, pues no hay ninguna persona que carezca de ella y provoca en nosotros un movimiento hacia los demás. El hombre cuando tiene una necesidad entra en relación con otros y así sale de la soledad. No nos bastamos a nosotros mismos, y el hecho de tener tantas necesidades pone de manifiesto el límite del hombre, pero también la posibilidad de solidaridad. La carencia pone en marcha el deseo, que es lo que moviliza a los hombres. Hay una necesidad esencial en el hombre: la de tener experiencia de ser amado. Es lo que ocurre en nosotros cuando alguien nos comunica que valemos, que tenemos un valor. El hombre no puede saber quién es sin esta experiencia, sin que alguien le diga “tú vales”. Es una necesidad fundamental de todos los hombres.
Para construir la identidad de un niño, para que pueda decir “yo”, tiene que tener esta relación, a través de la que se le va a comunicar que tiene un gran valor: necesita que alguien le diga “¡tú vales!, ¡eres importante para mí!”
Esto pone de manifiesto que la necesidad fundamental del hombre es la de tener relación con alguien y que su identidad no se la puede dar él mismo. Nosotros hemos construido nuestra identidad porque hemos tenido la experiencia de una relación de esta naturaleza, ser amados nos permite experimentar el valor que tenemos, pues somos importantes para alguien. Esta relación, la posibilidad de vivir un vínculo con alguien que te dice “tú vales”, es totalmente gratuita. La maternidad, la paternidad, el enamoramiento, la amistad, la filiación, etc., son ejemplos de esto.
La necesidad es una moneda de dos caras, la cara de lo que falta y la cara del deseo.
El deseo es aquello importante para cada uno de nosotros y que hace que nos movamos. Ningún hombre se mueve sólo porque le falte algo, sino, más bien, porque desea algo. El deseo abre al hombre horizontes y espacios nuevos, le abre un itinerario diferente y le obliga a dar una respuesta.

Adjuntamos el texto a tratar en estos encuentros: encuentros-fpa-2016-2017