Conferencia-coloquio con la psicóloga Anna Marazza.
El pasado miércoles 21 de mayo tuvo lugar en el colegio J.H. Newman una conferencia-coloquio con la psicóloga italiana Anna Marazza.
Comenzó afirmando que la acogida es la intuición de todo hombre sano, acogida entendida como el hecho de reconocer que el único modo de ser uno mismo es estar con otro, es abrirse a otro, porque es el otro el que te abre al mundo. Los adultos, en cambio, se cierran, piensan que es mejor estar solos que arriesgarse con los otros.
De hecho, los hombres sanos buscan alguien a quien querer y alguien que les quiera, y afrontan con serenidad las dificultades de esa relación. Esas dificultades están ahí aposta para impulsar a nuestra persona más allá de nuestros límites. Por tanto, la diferencia del otro es un bien para mí, para crecer como persona.
Siguió diciendo que la acogida, antes de ser un gesto de gratuidad, es el método de la vida. Es acoger a otro diferente de mi, si no se da este paso es imposible vivir, es imposible crecer (como no podría crecer un niño).
Pero también constataba que todos somos incapaces de acoger, de amar, aunque estamos llamados a una acogida total. Cada vez que yo acojo, introduzco una dinámica en el mundo que es para todos. La familias de la asociación Familias para la Acogida no son gente estupenda, son el testimonio de una dinámica que es posible para todos: abrirse al otro. El ejercicio de la acogida nos lleva a la dinámica de abrirnos a esa fuente que es un más, que supera los límites de tu capacidad de bien, de amar.
También los que no acogen un niño en su casa, tienen la tarea de volver a proponer la acogida como método cotidiano, como única posibilidad de relacionarse con el mundo y de crecer, lo que genera una novedad, porque despierta la humanidad del otro.
Después, concluyó, hay algunos que están llamados a hacer un gesto más preciso: acoger a alguien totalmente, en casa, poniendo en juego todo.Esto no se puede hacer siempre, aunque sería bonito. Quiere decir permitir al otro formar parte de lo que tú eres. Pero ésto no puede ser una pretensión mía, no lo podemos hacer solos. Darse cuenta de que uno tiene la necesidad de otros para poder acoger es natural.
No se necesitan capacidades especiales para acoger, ni un manual de instrucciones que no deja espacio a tu libertad para arriesgar. Entonces cualquiera puede acoger, cualquiera puede dar el paso de abrirse al otro que genera una gran novedad. Y para que nadie corra el riesgo de morir encerrado en sí mismo, para eso está nuestra compañía