El domingo 6 de noviembre concluyó el II Congreso de Familia de la Diócesis Complutense que se celebró en la Fortaleza-Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares (Madrid) bajo el título “Nueva Evangelización y Familia: a los 30 años de la Familiaris Consortio”.Familias para la Acogida estuvo presente en la Mesa Redonda titulada «La familia, cauce de promoción humana» con una comunicación de nuestros amigos Pablo Boccanera y Elizabeth Delamer que contaron su experiencia de acogida familiar de dos niños discapacitados de 6 y 4 años.
Estos son algunos extractos de su testimonio:
«¿De qué sirve la vida, sino para darla? La ley de la vida es el don de nosotros mismos.
Hace ventiún años que estamos casados, teníamos -hasta hace tres años- dos hijas que hoy tienen 18 y 20 años, con una vida muy tranquila, con un buen trabajo y ya muy acomodados. Pero el Señor nos sorprendió llamándonos a una nueva aventura en la experiencia de la acogida. Hoy tenemos dos hijos acogidos de 6 y 4 años, ambos discapacitados.
Cuando pensamos en la motivación para la acogida la primera palabra que nos viene a la mente es agradecimiento. Nos lanzamos a la acogida porque nos sentíamos acogidos. Nosotros podemos dar testimonio de que, si bien es bueno para los niños el hecho de tener una familia, es sobre todo un bien para nosotros, pues aún con sus minusvalías se hace evidente la presencia del misterio de Dios en estas acogidas. Podemos definir la presencia de estos niños como un verdadero milagro y no podemos dejar de experimentar en carne propia lo que el Señor nos dice: “Aunque tu padre y tu madre te abandonen, yo no te abandonaré”.
¿Cómo nace en nosotros el deseo de acoger a este niño teniendo una vida tan confortable?
A través de amigos de Familias para la Acogida nos enteramos que hacía falta una familia para acoger de forma permanente a un niño ciego, con un daño cerebral importante. Fue entonces que nos planteamos la posibilidad de ofrecer nuestra disponibilidad pero siempre piensas “esto no es para mí, es para otros que son mejores, más capaces que yo”. Con el tiempo este deseo se hizo tan fuerte que no pudimos dejar de poner en juego nuestra libertad y nos pusimos en contacto con la asociación. Es importante comentar que gran parte de nuestro noviazgo y matrimonio sucedió en relación con discapacitados y enfermos de un Cottolengo en Argentina. Fue allí donde hicimos voluntariado durante unos años e incluso nos casamos en ese sitio para que nuestros amigos discapacitados pudieran asistir. Al plantearnos el acogimiento del niño, se nos hizo claro por qué el Señor nos había puesto en ese Cottolengo veinticinco años atrás: para educarnos a mirar a estas personas como las mira Dios, ya que unos como ellos iban a ser nuestros hijos.
En el mes de noviembre de 2009, veníamos de regreso de un encuentro internacional de acogimiento en Italia con el corazón tan ensanchado de lo que habíamos escuchado que no pudimos menos que replantear la posibilidad de dar la disponibilidad para un nuevo acogimiento y así llegó la niña a nuestras vidas. Al principio no fue fácil, ya que no era muy sociable, pero con el tiempo fue cambiando. Empezó a dejarse acariciar y besar y ahora mismo le encantan los brazos y los mimos y es increíble ver cómo se deja abrazar y ella misma abraza. Por todo lo dicho anteriormente, podemos decir con certeza que la familia es el sitio adecuado para cualquier persona porque estamos viendo cómo cambian nuestros niños y cómo cambiamos nosotros gracias a ellos. Ellos son un testimonio vivo para toda la sociedad que hoy en día valora tan poco la vida humana. Estos niños han hecho cambiar la mirada de médicos, maestros y la nuestra más concretamente. Cuando la gente se entera que hemos acogido a dos niños en estas condiciones, lo primero que sale es decir: “Ya os habéis ganado el Cielo”, como algo futuro. Y nosotros les decimos que tenerlos con nosotros es tener un pedazo de Cielo en casa.
Para terminar, decir que lo que tenemos delante en el día a día no es tarea fácil, esto hay que reconocerlo, y que sólo se puede llevar adelante en compañía de otros, por eso todo lo que Familias para la Acogida propone para las distintas realidades. Pero también tenemos la certeza de que estos niños están puestos en nuestras vidas, para que nosotros nos convirtamos todos los días; y en el mundo, para interrogar a aquellas personas que tengan el corazón y los ojos abiertos: ¿Quién está detrás de la felicidad de estos niños? ¡Porque estos niños son felices! ¿Quién llena su corazón? Y en definitiva ¿quién está detrás de nuestra felicidad y quién colma nuestro corazón?»