Hasta que, poco a poco, comienza a asumir su situación y a intimar con sus nuevas amigas del hospicio, unas niñas abandonadas como ella y que ansían ser adoptadas por una buena familia, que les dé una vida nueva.
La cineasta francesa de origen surcoreano Ounie Lecomte debutó en 2009 con esta preciosa y premiada película autobiográfica, minimalista, intimista e hipersensible. A partir de un guión muy visual, lleno de conmovedores silencios y sustanciales diálogos, Lecomte despliega una detallista puesta de escena, de bellísima fotografía, que capta hasta el último gesto significativo de las sufridas niñas protagonistas, todas ellas con una veracidad apabullante. Además, aunque no ahonda demasiado en las motivaciones del padre de Jinhee ni en el catolicismo de las monjas y cuidadoras del orfanato, Lecomte muestra un elogioso respeto hacia sus caritativas y pacientes actitudes.
En fin, una pequeña joya, dolorosa en su sobrio realismo, pero formalmente bellísima, e inspiradora en su apertura a la esperanza. Es una lástima que su modesto estreno seguramente la haga pasar desapercibida.
Jerónimo José Martín.