Ya son todo lo «míos» que pueden ser

Publicamos el extracto de una carta enviada por un padre acogedor a un amigo contando su experiencia: «los niños cumplen por completo mi deseo de paternidad».

 

(…) Carmen está bien. Los niños también. Les veo a todos “muy relajados” en el sentido de “muy vinculados”, descansando en la conciencia de sentirse queridos, de sentirse “importantes”. Yo siempre digo que esta es la base sobre la que se construye una solidez psicológica del niño, una base buena para su humanidad. Como ya hemos oído en diversas ocasiones, hay que ser hijo para luego poder ser padre. En este sentido les veo muy bien a los tres. Oscar era un poco frío al principio y le costaba mirar a los ojos, cosa lógica, pero ahora es muy cariñoso y se deja querer. ¡Tantos besos y tanto decirles “te quiero mucho” acaban calando inevitablemente!

 

Estoy contento con la resolución de adopción por lo que implica de estabilidad para la situación de Carmen. Por ella y también por nosotros. Pero sinceramente te digo que no me supone un motivo de especial alegría. Los niños ya son todo lo “míos” que pueden ser, ya les llevo en el corazón para siempre, aunque tuvieran que volver con su madre. De hecho, cuando me llamó la abogada del IMMF para comunicarme la resolución del Juzgado, la noticia me dejó tibio; no podía quitarme a su madre de la cabeza, a la que no han podido informar por estar en paradero desconocido. ¿Quién le dirá a esta madre que ya no tiene derecho a preguntar por su hija si el día de mañana así fuera? ¡Qué tristeza infinita debe sentir uno en esa situación!. Yo una vez más agradezco al Señor su paternidad y me doy cuenta que me ha dado lo que necesitaba, porque los niños cumplen por completo mi deseo de paternidad y son un bien inestimable.

 

A Carmen no se lo hemos dicho abiertamente, al menos hasta decidir con qué apellidos la inscribiremos en el Registro Civil. Nos planteamos dejarle los suyos aunque no me lo han recomendado. Un día no me lo pude callar y le dije que un juez nos había preguntado si la querríamos para siempre y que le habíamos contestado que sí, que la queremos mucho y para siempre. Se sorprendió de que el juez preguntara por ella y me hizo gracia su comentario, me dijo “¡eso es que me quiere!”. Ciertamente me preocupa su reacción el día de mañana, cuando haya que explicarle el cambio de apellidos o que ya no habrá más visitas de su madre o cuando pregunte por qué fue adoptada. Pero tengo la tranquilidad de estar bien acompañado por vosotros.

Carta firmada.