Segovia realiza una treintena de acogimientos de niños en familia cada año. Junta de Castilla y León y Cruz Roja apelan a la solidaridad y remarcan que se necesitan más personas dispuestas a acoger menores en sus hogares. Testimonio de una madre acogedora. (Extracto de la noticia publicada en www.el adelantado.com; 9/enero/2012)
La provincia de Segovia registra durante la última década una media anual de 31 acogimientos de niños en familias. Este registro demuestra que los segovianos mantienen inquebrantable su solidaridad con los menores que por distintas circunstancias no pueden ser atendidos por sus padres y de igual forma que su implicación social no depende de movimientos económicos favorables o adversos.
Sin embargo, la participación segoviana aún no es suficiente para lograr que todos los niños tutelados por la Junta de Castilla y León puedan convivir en un ambiente familiar y no estar internos en centros institucionales. Tanto la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades como Cruz Roja Segovia, que trabajan de forma coordinada en el programa de Acogimiento Familiar, han comunicado que se necesitan más familias que estén dispuestas a acoger a menores en sus casas y de forma más acuciante las denominadas “familias especializadas o profesionalizadas” dispuestas a afrontar el cuidado y la educación de niños “con problemática aguda”. Los adolescentes y los menores con enfermedades o retrasos madurativos son los que tienen más dificultades para encontrar una familia receptora o al menos para encontrar la más adecuada. Técnicos de Cruz Roja han explicado que más del 90 de las personas que se ofrecen en Segovia para hacer un acogimiento no ponen condiciones sobre las características del menor en cuanto a la raza o etnia o el sexo, pero si hay objeciones en cuanto a la edad o la problemática que acarreen.
Ana Marugán está entregada al cuidado y a la educación de un niño de nueve años que ha acogido en su hogar monoparental. Hace una efusiva declaración de amor cuando habla de su relación con José, un niño de nueve años que mantiene en acogimiento en su hogar desde julio de 2010. “Soy feliz”, repite constantemente en la narración de su experiencia como familia monoparental que ha abierto su vida de par en par para entregársela a un menor con minusvalía al que con frecuencia le aflora el miedo a que no le quieran o a sufrir una nueva ruptura.
El entusiasmo que Ana Marugán derrocha al hablar del niño no la impide ser realistas ni la hacen olvidar las dificultades que cada día deben superar juntos, aunque ella siempre tirando al frente. “Voy a luchar por él y por sacarle adelante (…) esto es una experiencia muy dura pero recibo una recompensa muy grande”, explica esta terapeuta ocupacional que ha adaptado su vida laboral a su actual situación familiar, que dedica horas a hacer los deberes escolares con el niño, que acude varias veces por semana a talleres y terapias con el menor en Segovia y en Madrid, que ha sufrido los altibajos emocionales del pequeño, que ha tenido que ahuyentar sus propias inseguridades, y que ha asumido compartir los vínculos de José con su familia biológica.
Ana Marugán sabe que nunca se puede relajar uno cuando tiene bajo tu responsabilidad a un niño con retraso madurativo, que ha sufrido un fuerte bloqueo emocional y una carencia de estimulación, pero después de un año y medio ya hay importantes logros alcanzados. Y no solo se refiere a los avances educativos, que los ha habido. “Él no me llamaba madre al principio, ni yo lo pretendía pero el niño necesita esa figura y llega un día que le oyes decir a los demás: ésta es mi madre; y te pones muy orgullosa”, comenta con una gran sonrisa Ana para expresar rápidamente la buena relación que mantienen con la familia natural del menor. “Hay una familia fenomenal y una relación perfecta que contribuye a que el niño, cada vez, disfrute más de estabilidad y entre en el aprendizaje de las relaciones sociales. Antes era mucho más cerrado”. También tiene palabra de elogio para el equipo técnico de Cruz Roja que “te preparan para situaciones que no te puedes imaginar, pero que te pasan” y sobre todo de agradecimiento a su propia familia que “adora al niño”.
Esta mujer que derrocha generosidad y profesionalidad en el trato con el menor que tiene acogido desde hace un año y medio, es muy consciente de que el niño está en una lista de candidatos a la adopción y que, aunque no lo quiere y en principio no parece muy probable, puede llegar el momento de la despedida. “Pase lo que pase yo voy a formar parte de su vida y el de la mía siempre”, declara rotunda Ana Marugán, madre, logopeda, psicóloga, maestra y entrenadora a tiempo completo de un niño de nueve años.